Al cumplirse 37 años del último Golpe de Estado es
imprescindible recordar algunos hechos para que nunca se repitan. Uno de ellos
fue la censura de libros, autores y editoriales que afectó directamente a las
instituciones educativas impidiendo la posibilidad real de formar lectores
críticos.
La pérdida de
derechos de la ciudadanía incluyó también la de poder elegir qué leer. Los
libros y la mayoría de las publicaciones empezaron a ser, para los gobernantes,
objetos no del todo confiables.
Los responsables
del gobierno de facto reconocían el poder de la lectura en la formación de la
ciudadanía.
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